COMUNICADO DE PRENSA
No. 38 / MARZO 13, 2010
No. 38 / MARZO 13, 2010
“EL NIÑO”, PELÍCULA BELGA SOBRE LA RESPONSABILIDAD
- JOVEN PAREJA QUE ENFRENTA LA MARGINALIDAD ECONÓMICA
- CINTA GANADORA DE LA PALMA DE ORO
COZUMEL, Q. ROO.- “El Niño” (“L’enfant”) cinta procedente de Bélgica que la Fundación de Parques y Museos de Cozumel, Quintana Roo (FPMCQROO), en coordinación con “Hazme Sentir Collective”, presentará el próximo martes 16, en el auditorio “Lic. Pedro Joaquín Coldwell” del Museo de la Isla, a las 19:00 horas, como parte del ciclo de Cine de Autor “Espíritu Joven II: Palme D’Or”. La entrada será libre.
Esta cinta fue ganadora de la Palma de Oro en la edición de 2005 del Festival de Cannes. Coproducida con Francia y dirigida por los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Se trata de una cinta en la que se hace un estudio, por momentos bastante crudo, sobre el devenir de la soledad humana, la marginalidad social, la pobreza de los relegados en la familia de la sociedad contemporánea. No es un secreto, ni es una situación particular de un solo lugar, el que existan sociedades sin equidad, que crean sus propios indigentes, para luego paradójicamente, perseguirlos como maleantes.
Lo anterior, no es un juicio de valor, es el mensaje claro de esta película de gran sencillez, sin muchos recursos visuales ni auditivos, donde interesan más los silenciosos ruidos del ambiente que la retórica musical. La fuerza de esta cinta reside en la solidez de su trama.
Este largometraje narra la historia de una pareja joven, que deambula por las calles de Bélgica, en búsqueda del acto caritativo de los demás o en el ejercicio de la pillería, únicas dos opciones que les quedan –a Bruno y a Sonia– para sobrevivir. La dignidad no es un concepto en el vocabulario de ellos.
Cuando Sonia (de 18 años) tiene su primer hijo, Bruno (de 20 años) no muestra ningún interés ni afecto por el recién nacido. Lo suyo es prolongar la vagancia como método de vida. La cámara no juzga lo que sucede, sólo lo muestra, sobre todo cuando Bruno descubre que vender al niño es un buen negocio, y lo hace a escondidas de Sonia (“luego tendremos otro”, le dice con cinismo). El drama explota, porque Sonia no acepta esa decisión.
Las buenas actuaciones de Jérémie Renier (Bruno) y de Déborah Francois (Sonia) son fundamentales.
La fotografía es sutil con su propuesta: deambula como los personajes. Los silencios juegan tanto como los diálogos. La ternura tanto como la dureza. Con duración de 100 minutos, el filme expone a la pareja desde sus respectivos desequilibrios y desde su marginalidad no solo económica, sino también cultural: esto es un elemento de preocupación constante en el cine de los hermanos Dardenne.
Estos cineastas obtuvieron su primer triunfo en Cannes con la película Rosetta (1999). Lo cierto es que lo que intentan decir es claro: nuestra sociedad vive dándole la espalda a la ética moral que pregona y es una condición social generalizada.
Esta cinta fue ganadora de la Palma de Oro en la edición de 2005 del Festival de Cannes. Coproducida con Francia y dirigida por los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Se trata de una cinta en la que se hace un estudio, por momentos bastante crudo, sobre el devenir de la soledad humana, la marginalidad social, la pobreza de los relegados en la familia de la sociedad contemporánea. No es un secreto, ni es una situación particular de un solo lugar, el que existan sociedades sin equidad, que crean sus propios indigentes, para luego paradójicamente, perseguirlos como maleantes.
Lo anterior, no es un juicio de valor, es el mensaje claro de esta película de gran sencillez, sin muchos recursos visuales ni auditivos, donde interesan más los silenciosos ruidos del ambiente que la retórica musical. La fuerza de esta cinta reside en la solidez de su trama.
Este largometraje narra la historia de una pareja joven, que deambula por las calles de Bélgica, en búsqueda del acto caritativo de los demás o en el ejercicio de la pillería, únicas dos opciones que les quedan –a Bruno y a Sonia– para sobrevivir. La dignidad no es un concepto en el vocabulario de ellos.
Cuando Sonia (de 18 años) tiene su primer hijo, Bruno (de 20 años) no muestra ningún interés ni afecto por el recién nacido. Lo suyo es prolongar la vagancia como método de vida. La cámara no juzga lo que sucede, sólo lo muestra, sobre todo cuando Bruno descubre que vender al niño es un buen negocio, y lo hace a escondidas de Sonia (“luego tendremos otro”, le dice con cinismo). El drama explota, porque Sonia no acepta esa decisión.
Las buenas actuaciones de Jérémie Renier (Bruno) y de Déborah Francois (Sonia) son fundamentales.
La fotografía es sutil con su propuesta: deambula como los personajes. Los silencios juegan tanto como los diálogos. La ternura tanto como la dureza. Con duración de 100 minutos, el filme expone a la pareja desde sus respectivos desequilibrios y desde su marginalidad no solo económica, sino también cultural: esto es un elemento de preocupación constante en el cine de los hermanos Dardenne.
Estos cineastas obtuvieron su primer triunfo en Cannes con la película Rosetta (1999). Lo cierto es que lo que intentan decir es claro: nuestra sociedad vive dándole la espalda a la ética moral que pregona y es una condición social generalizada.
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