COMUNICADO DE PRENSA
No. 81 / MAYO 7, 2010
“LA PIANISTA” CINTA EN LA QUE LA MÚSICA ES UN ELEMENTO MÁS
- CONSECUENCIAS DE LA PRESIÓN PARENTAL EN LA VIDA ADULTA
- PELÍCULA APTA PARA GENTE DE CRITERIO AMPLIO
COZUMEL, Q. ROO.- El Museo de la Isla, en coordinación con “Hazme Sentir Collective”, joven asociación cultural apoyada por la Fundación de Parques y Museos de Cozumel, Quintana Roo (FPMCQROO), presentará la película “La pianista” como parte del Cine de Autor, correspondiente al ciclo “Director’s Cut Vol. V: Haneke – El Bisturí Visual”, en el auditorio “Lic. Pedro Joaquín Coldwell”, el próximo martes 11, a las 19:00 horas. La entrada será libre.
Erika (Isabelle Huppert) es una profesora de piano cuarentona que vive con su madre (Annie Girardot), una señora cuyas únicas motivaciones para seguir viviendo son el hipotético futuro que ella ha construido para su hija como gran concertista de piano y la bebida, en la que disuelve sus abundantes ratos de soledad contra un televisor.
La pianista parece trasladar a su vida profesional una relación similar a la que mantiene con su madre.
Continuamente humilla a sus alumnos (chicas y chicos que salen de sus clases, llorando a lágrima viva), les habla con una frialdad que parece inhumana, ajena a sus emociones y temores, atendiendo sólo a la técnica y a su propia pasión por la música; al parecer, incapaz de relacionarse con ellos como personas.
Además de la relación con la madre y los alumnos, la pianista lleva una vida sexual “diferente”, centrada en el voyeurismo, sadomasoquismo y arrebatos en que se mutila a sí misma con fría precisión.
La irrupción en su vida de Walter (Benoît Magimel), un joven pianista autodidacta que proclama su admiración por la pianista y, más tarde, su amor por ella, desbarata los pilares en que se fundamentaba su vida.
La misma película es fría y distante, en ningún momento muestra emoción o toma partido, y creo que eso es lo que más impresiona y obliga a hacerse preguntas acerca de Erika. ¿Es víctima o verdugo? ¿Su comportamiento se debe a lo que ha vivido en su casa? ¿Es una enferma o una de esas personas carentes de empatía?
También, contribuye a su impacto la puesta en escena en la que la mayoría de las escenas “fuertes” están tratadas con delicadeza y discreción deliberada, confiando la mayor parte de su efecto al poder de la imaginación del espectador.
Isabelle Huppert y Benoît Magimel consiguieron el premio a la mejor interpretación en el Festival de Cine de Cannes 2001. La película obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 2001. Isabelle Huppert fue también galardonada en los Premios del Cine Europeo 2001.
Erika (Isabelle Huppert) es una profesora de piano cuarentona que vive con su madre (Annie Girardot), una señora cuyas únicas motivaciones para seguir viviendo son el hipotético futuro que ella ha construido para su hija como gran concertista de piano y la bebida, en la que disuelve sus abundantes ratos de soledad contra un televisor.
La pianista parece trasladar a su vida profesional una relación similar a la que mantiene con su madre.
Continuamente humilla a sus alumnos (chicas y chicos que salen de sus clases, llorando a lágrima viva), les habla con una frialdad que parece inhumana, ajena a sus emociones y temores, atendiendo sólo a la técnica y a su propia pasión por la música; al parecer, incapaz de relacionarse con ellos como personas.
Además de la relación con la madre y los alumnos, la pianista lleva una vida sexual “diferente”, centrada en el voyeurismo, sadomasoquismo y arrebatos en que se mutila a sí misma con fría precisión.
La irrupción en su vida de Walter (Benoît Magimel), un joven pianista autodidacta que proclama su admiración por la pianista y, más tarde, su amor por ella, desbarata los pilares en que se fundamentaba su vida.
La misma película es fría y distante, en ningún momento muestra emoción o toma partido, y creo que eso es lo que más impresiona y obliga a hacerse preguntas acerca de Erika. ¿Es víctima o verdugo? ¿Su comportamiento se debe a lo que ha vivido en su casa? ¿Es una enferma o una de esas personas carentes de empatía?
También, contribuye a su impacto la puesta en escena en la que la mayoría de las escenas “fuertes” están tratadas con delicadeza y discreción deliberada, confiando la mayor parte de su efecto al poder de la imaginación del espectador.
Isabelle Huppert y Benoît Magimel consiguieron el premio a la mejor interpretación en el Festival de Cine de Cannes 2001. La película obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes 2001. Isabelle Huppert fue también galardonada en los Premios del Cine Europeo 2001.
No hay comentarios:
Publicar un comentario